Ser voluntario es un privilegio de pocos, porque el beneficio mayor es para uno mismo, pues la  alegría y el amor, que nos llevan a ser útiles a alguien es la mayor recompensa que se puede desear, privilegio que no escoge raza, credo o posición social, pero presupone tener una nobleza de alma, una sonrisa, unos brazos dispuestos a trabajar y un corazón muy grande para querer a nuestros niños.”